josé maría ordovás Muñoz cAtedrático de Nutrición y genética de la universidad de boston «Los avances en nutrición nos permitirán vivir 120 años» El líder mundial en el campo de la nutrigenómica anuncia que ?en dos años empezarán a verse los resultados de sus estudios
fuene: la voz
El profesor José María Ordovás Muñoz (Zaragoza, 1956) ha sido uno de los primeros investigadores del mundo en abrir una vía de investigación sobre la trascendencia de la dieta y los hábitos nutricionales en relación con el genoma. La posibilidad de personalizar la dieta de un sujeto ajustándola a sus genes y metabolismo es un nuevo paradigma que rompe con las tradicionales guías basadas en «una talla viste a todos». Sus investigaciones le valieron el año pasado para que la Sociedad Española de Arterioesclerosis lo propusiera como candidato al Premio Príncipe de Asturias. -¿Qué es la nutrigenómica? -La mayor parte de los genes tienen que responder al medio ambiente para mantener el equilibrio de nuestro cuerpo. Y uno de los agentes exteriores para nuestra supervivencia es la nutrición. Nuestros genes están diseñados para responder a lo que comemos. Cada uno de nosotros somos individuos con genomas diferentes. Estas mutaciones hacen que seamos más propensos a determinadas enfermedades. Una vez que sepamos cuáles son esos genes, entonces podremos encontrar las fórmulas o recomendaciones dietéticas que se ajustan a nuestros genes. Eso es la nutrigenómica. -¿Por lo tanto, una dieta óptima para una persona no tiene por qué serlo para otra? -Efectivamente. Cada uno de nosotros funciona con un combustible diferente. Cuando seamos capaces de entender el lenguaje de nuestros genes, sabremos la manera óptima de alimentar a cada individuo. -¿En qué plazo podrá tener una aplicación práctica el resultado de sus investigaciones? -En dos o tres años tendremos herramientas interesantes para identificar las mejores dietas para cada uno de nosotros. Pero es un trabajo continuo. Cada vez sabemos más de nuestro genoma, cada vez seremos más capaces de hilar más fino a la hora de establecer las recomendaciones individualizadas. Aún no hemos visto el final de este proceso, pero ya hay un principio, y está cerca. -¿Puede la nutrigenómica aumentar la esperanza de vida de las personas? -Con una dieta adaptada genéticamente se podría alargar la vida más de treinta o cuarenta años y llegar a cumplir los 120. Socialmente es muy complicado. Habría que hacer trabajar a la gente hasta cumplir los 80, porque, si no, a ver cómo se mantiene una sociedad que en cuestión de edad no mantiene una estructura piramidal. Lo primero es resolver que la calidad de vida sea buena durante el mayor tiempo posible, lograr un envejecimiento saludable, disfrutar de la vida y no de la sala de espera del médico de la Seguridad Social. La prolongación de la vida es un problema más complicado. -¿Y mientras tanto cómo podemos estar seguros de que nos alimentamos adecuadamente? -Existe el sentido común. Si comes con inteligencia, en teoría estás saludable. Pero el problema es que hemos perdido el sentido común en la alimentación. Comemos en exceso, de una manera diferente a la tradicional. Hacemos poco ejercicio. Ya no nos ganamos el pan con el sudor de la frente, sino con el estrés de nuestro cerebro y eso es muy negativo para nuestra salud. La ciencia debe intervenir para compensar esos desvíos por la globalización de los estilos de vida. -¿Le preocupa el fenómeno de la obesidad infantil? -Me preocupa qué les puede pasar a esos niños en el futuro. Estudios presentados en la conferencia anual de la Sociedad Americana del Corazón han revelado que la edad biológica de las arterias de muchos niños que tienen sobrepeso es la misma que la de +++++os con cuarenta años.
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