Los puntos más calientes de un curso marcado por la adaptación a europa Finaliza el año académico y muchas de las incertidumbres que ha sufrido la comunidad universitaria quedan abiertas. Campus hace repaso de los asuntos que más han inquietado, los logros obtenidos y de todo lo que sigue estancado. fuente: el mundo El curso 2007-2008 pasará a la historia por ser aquel en el que la Universidad española tuvo que comenzar a rediseñar sus cimientos para adaptarse al nuevo modelo europeo de Educación Superior. Hasta ahora algunos trataron de dar la voz de alarma sobre el cambio sustancial que había que acometer, pero la mayoría pensaba en Bolonia como una amenaza desconocida y lejana.
En 2008 ha llegado el momento de ponerse manos a la obra con el cambio -que será definitivo en 2010-. A las universidades se les abrió el primer plazo para presentar sus títulos adaptados al modelo que impone el nuevo Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). Y lo han hecho, aunque con cautela.
En febrero supimos que sólo 207 titulaciones, de las más de 2.600 que se imparten en nuestro país decidían subirse al tren en este primer viaje. La apuesta la hicieron 33 de las 71 universidades españolas. Se quedaban al margen las grandes instituciones. "Nos parece más sensato trabajar sin prisas". Así lo justificaba el rector de la Complutense, Carlos Berzosa.
En mayo llegaron los polémicos informes de la Aneca (Agencia nacional de Evaluación de la Calidad y la Acreditación) y la ratificación del Consejo de Universidades, a un tercio de titulaciones rechazadas. Titulaciones que, en muchos casos, las universidades ya habían incluido en la promoción de su oferta académica para 08/09, presumiendo con ello de ser "pioneros en la convergencia". A esto ha seguido un aluvión de peticiones para que el proceso de acreditación sea modificado.
La crispación entre rectores y profesores, ha terminado por impacientar a los estudiantes que han clamado sentirse al margen. Esta vez no hubo caceroladas ni griterío, sino encierros a la japonesa. "Nos encerramos para estudiar, a fondo y en nuestro tiempo libre, la reforma universitaria que se nos viene encima, reforma que nadie nos ha consultado, ni de la que nadie nos ha proporcionado información", exponían los protagonistas del encierro de la Complutense. Su particular huelga duró un mes, consiguió hacer eco entre rectores y gobernantes, y la idea fue imitada en varias universidades.
Entre tanto, tocaba un cambio de legislatura y, aunque con el mismo signo, en la casa ministerial se producía un cambio histórico. Las competencias de Universidad salían del Ministerio de Educación -con Mercedes Cabrera al frente- para pasar a manos de Cristina Garmendia y su novedosa cartera de Ciencia e Innovación.
La comunidad universitaria, en su mayoría, califica de "positiva" lo que han entendido como una apuesta por la Universidad y la Innovación para lograr el progreso. Pero surgen temores ante el posible "desfase" entre las etapas educativas que han quedado divididas en dos ministerios diferentes.
A estas alturas pocos se atreven a valorar cómo está afectando el cambio. La opinión más generalizada es que los nuevos responsables de la Educación Superior "aún no han hecho nada que permita hacer examen". La cuestión ahora es ¿cuánto tardarán en pasar a la acción?. SIGUE EN PÁGINAS 4 y 5
l margen de los cambios generales, durante el curso 07/08 ha habido varios puntos candentes que han agitado a la comunidad universitaria. Protagonistas y expertos hacen balance.
LOS TÍTULOS, A EXAMEN
El récord de discrepancias y polémicas se lo lleva este año la acreditación de planes de estudio adaptados a los requisitos que marca el nuevo EEES. Los informes desfavorables de la Aneca pusieron en jaque a las 33 universidades que habían apostado por adelantarse en la convergencia. Un tercio de las propuestas fueron rechazadas.
Esto ha generado, por un lado críticas hacia la agencia de calidad y, por ende, al real decreto sobre la que ésta trabaja. Por otro, el suspenso a tantas titulaciones ha hecho que se cuestione la calidad de la Universidad española que, con este proceso, se veía sometida por primera vez a un estudio de calidad.
El curso acaba sin que esté del todo claro cuántas titulaciones se podrán impartir el año que viene siguiendo el modelo europeo. Y, quizás más importante, con un sistema de acreditación que ha generado dudas no sólo en la comunidad universitaria, sino también en el propio ministerio.
"De las reflexiones sobre el trabajo realizado por universidades, Aneca y ministerio en esta primera ocasión se concluyen mejoras naturales que estamos dispuestos a incorporar en el proceso", declara para este suplemento Felipe Pétriz, director general de Universidades.
CONTRA LA ENDOGAMIA
El profesorado universitario ha conocido este curso el nuevo sistema de selección y acreditación al que tendrá que enfrentarse. Este método tiene dos fases: una ante una Comisión experta en la respectiva especialidad y otra ante la propia Universidad.
El catedrático Sosa Wagner resume lo que opinan quienes discrepan: "Por un lado, merece críticas porque los comisionados no conocen las disciplinas a cuyos cultivadores están juzgando y el recurso a 'expertos' no es garantía porque tales expertos son designados de forma discrecional por los propios miembros de la comisión que, a su vez, han sido designados de forma opaca, lo que hace planear sobre ellos la sombra del favoritismo político".
En la fase que acredita la propia Universidad, continua Sosa, "desaparece toda sombra de seriedad. El hecho de que la dotación de plazas esté prácticamente en manos del rector propicia que éste pueda tejer mecanismos clientelares peligrosos".
CAOS EN MEDICINA
El anuncio del Ejecutivo de aumentar en un 40% el número de plazas en las facultades de Medicina provocó que universidades y gobiernos autonómicos se enfrascasen en sacar provecho tratando de crear nuevas facultades y hospitales universitarios.
El presidente de la Conferencia de Decanos de Medicina, José María Peinado, advierte de que "la creación de nuevas facultades -sin evaluación externa de su calidad-, no sólo no solucionará la deficiencia de médicos, sino que generará un incremento incontrolado del número de graduados". La conclusión de Peinado a este año de polémicas es que "los políticos no saben mirar más allá de su nariz" y recuerda que "se necesita orden y sentido común en la planificación de recursos humanos y la continuidad del grado con la especialidad".
Reconoce que los nuevos planes de estudio "son una oportunidad que la Universidad no puede desaprovechar, pero es imprescindible que profesores, alumnos y gestores, piensen en objetivos comunes". El reto: "Es el cambio metodológico y su incardinación con el examen MIR".
INGENIERÍAS EN EL AIRE
La reforma de las ingenierías ha sido uno de los quebraderos de cabeza. A estas alturas del curso y con un buen número de propuestas para su adaptación al modelo europeo, sigue sin haber una normativa que estipule los requisitos para la transformación de las ingenierías técnicas y superiores en títulos de grado y posgrado, respectivamente. "El nombre de los títulos no puede inducir a error, no puede ocurrir que se confunda a los ingenieros de grado -técnicos- con los de máster -superiores-", apunta Manuel Acero, presidente del Instituto de la Ingeniería de España.
Como profesiones reguladas, las ingenierías cuentan con unas atribuciones reconocidas por Ley y una normativa define qué capacidades específicas tiene cada profesional. La falta de una norma que estipule dichas atribuciones en los títulos adaptados al EEES ha sido uno de los principales focos de tensión. "Hasta que no haya nueva Ley, se aplicarán las mismas atribuciones que hasta ahora", aclara.
Tras un año de debates y polémicas, Acero asegura que el curso acaba con "todo hablado y acordado con el ministerio". Pero, subraya, "falta tenerlo por escrito".
ADIÓS AL CAP
Otro asunto candente ha sido la formación de los docentes. Para poder formar parte del nuevo EEES el título de Magisterio ha de durar un año más. "Con lo que pasa a tener el mismo rango que cualquier otra titulación", defiende Antonio Moreno, director del Instituto Superior de Formación del Profesorado.
Por otra parte, desaparece el CAP, el curso de adaptación pedagógica que hasta ahora habilitaba el título de profesor de Secundaria en poco más de dos meses. Ahora, añade el experto, "el profesorado de Secundaria y del resto de enseñanzas tendrán que cursar, además del grado correspondiente, un máster de un año".
¿Por qué ha generado tanta polémica? Moreno admite que "hay inquietudes por resolver que la legislación no cubre".
FINANCIACIÓN CONGELADA
Entre acuerdos y desacuerdos, polémicas y crispaciones, la financiación siempre sale a relucir. Los rectores insisten en que necesitan más recursos para acometer una buena convergencia. Ginés Mora, experto en gestión de la Educación Superior, aclara que el problema "no es tanto la falta de dinero, como la ineficiente gestión que se hace".
A su juicio, la Universidad "necesita extraer más fondos públicos y privados, pero antes hay un problema de eficiencia que resolver. Tenemos un modelo de gestión en manos de profesores incompetentes y esto produce que la sociedad, ya no sólo los políticos, desconfíen".
A la hora de hacer balance, Ginés reconoce que durante este curso no ha habido "nada reseñable" en materia de financiación universitaria. Lo que destaca, dice, es que "aún no se han hecho las cosas prometidas, seguimos en el 1,3 del PIB". Para que esto cambie, "necesitamos un pacto de Estado sobre Educación y Universidad que parece no llegar nunca".
-------------------------------------------------------------------------------- Sabemos lo que hicisteis otros veranos
Las aulas y despachos de la Universidad quedarán vacíos en unos días. El espíritu veraniego se apodera de muchos informes que esperan resolución. Pero mejor no perder la esperanza ni despistarse. Los veranos anteriores han dejado importantes decisiones, incluso grandes modificaciones. La reforma de la LOU se aprobó ante el Consejo de Ministros un 26 de agosto de 2006. En julio de ese mismo año, el secretario de Estado de Universidades, Miguel Ángel Quintanilla, anunció que se había hecho una rectificación de la convergencia por la que se unificarían todos los grados en cuatro años, lo que supone que los universitarios españoles cursarán un año más que la mayoría de los europeos. Muchos admiten que esperan encontrarse en algún congreso estival con miembros del ministerio para apuntalar flecos sueltos.
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